LA NAVIDAD Y YO
Se acaba el año, llega la época navideña, con todo lo que ello implica.
La Navidad. Gente que la espera con ansia, que disfruta llenando su casa de adornos, celebrando cenas y comidas, paseando entre las luces de la ciudad, comprando regalos, teniendo detalles con sus seres queridos (y a veces no tan queridos).
A mí estás fechas me vuelven apática, triste, nostálgica. Nunca me han gustado estos días, los vivo como hay que vivir muchas cosas, porque no queda más remedio.
No porque eche de menos a familiares o amigos, o porque hayan sucedido ciertos acontecimientos que no me guste recordar o revivir. Sino por todo lo que rodea la Navidad, con sus excesos, las apariencias por exhibir felicidad por los cuatro costados, gastar por gastar, celebrar por celebrar. Lo que sea y con quién sea.
Estas fechas me dan pereza, mi cuerpo entra en modo ahorro de energía, los días y las horas se pasan, a veces mas lento de lo que me gustaría, y me escondo en casa, en el trabajo, no me apetece salir tanto, remoloneo lo máximo en la cama, aumento mis horas de sueño para que lo que venga, leo, paseo sin rumbo, reduzco mi tiempo de socialización.
No sé supongo que en algún momento me invadirá el espíritu de la navidad, de la ilusión por los regalos, por reencontrarme con mi familia, por disfrutar con alguien de la mano, por descubrir en los ojos de mis hijos la magia de estas fechas.
Mientras el nudo seguirá en mi garganta, el corazón en un puño, esperando que los días transcurran a otro ritmo, empapándome sin remedio de lo que estos días traen consigo, brindando por el nuevo año y las nuevas ilusiones y proyectos.
Por ahora, Feliz Navidad o Felices Fiestas (o lo que sea, que una ya no sabe cómo acertar)
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