Nieve en primavera

El frío cala tus huesos. Parece que las numerosas capas de ropa que llevas encima no son suficientes. Los escalofríos aumentan y te remueves bajo el abrigo unas cuantas veces. Pero sigues caminando, a través de las rocas, de la nieve de primavera que aun queda en esas latitudes. Poco a poco vas entrando en calor. El pelo que esa mañana iba perfectamente recogido ondea libremente, por ambos lados de la cabeza.
Trepas por las rocas, tus pies se hunden en la nieve frecuentemente y alcanza tus rodillas. Las botas comienzan a resbalar y a tus espaldas se abre un abismo de niebla que no deja ver el fondo pero tampoco lo que se encuentra unos metros más arriba. Los guantes se humedecen calando cada uno de tus dedos pero piensas que más fríos estarían sino fuese por ellos, así que continúas con ellos puestos, mojados pero algo más calientes. Comienza a nevar de nuevo y alcanzamos la cima, llegamos al final de nuestra aventura. Esa que nos ha transportado a unos años duros para nuestro territorio, esos en los que combatíamos unos contra otros por unas simples ideas. Viendo sus construcciones, queda claro por qué vencieron los que lo hicieron, te puedes hacer una idea de cómo debió ser luchar en ese terreno lleno de nieve la mayor parte del año, recogidos en pequeños búnkers de hormigón los rebeldes y de bastas piedras los perdedores. Las trincheras y cada una de las aberturas en esas construcciones, la colocación de las armas y las posiciones para visualizar al enemigo. Por un instante, puedes imaginarte a los numerosos soldados corriendo por esos bosques, trepando por las rocas como tu lo estás haciendo, unos años que marcaron nuestro futuro y nuestro presente.
La niebla se disipa y lo que deja ver digamos que no es apto para miedos a las alturas. Las montañas por todos lados, izquierda, derecha, los pequeños pueblos que se esparcen por ancho valle dejando a la imaginación el más allá, intentando que tus ojos alcancen unos metros tras esas montañas.
Un café que caliente tus dedos húmedos durante toda la jornada y viaje de vuelta a esas ciudades donde no hay rastro de la nieve, ciudades que te hacen creer que lo que has vivido hoy ha sido un sueño, que en plena primavera es imposible. Ciudades donde empiezan a salir las primeras hojas y donde la semana se estrena con carreras de gotas en los cristales.

Comentarios

Entradas populares