Olor a café
Rojo de labios y algo de perfume bajo la oreja. Lugar de besos, de escalofríos a las 3 de la mañana, de picaduras de mosquitos. De sonrisas tímidas que no dicen nada.
Vestirse y salir por la puerta con la cabeza alta, dispuesto a comerte el mundo. El café de media mañana con el que siempre te quemas la lengua, los dedos manchados con la tinta de los sellos, la presión en la espalda y el teléfono siempre sonando y tú sin cogerlo. Da igual quién llame.
El olor a bollos recién hechos. Distraerte y hacer copias de más. Encuentros, jueves fríos y nerviosos, números que bailan y aparatos estropeados. El ruido de las impresoras y el silencio de después. Cotilleos, las manos frías. Todas las mañanas la misma alternativa y siempre el mismo resultado. Salivar a varios metros del escaparate. El traqueteo de ese bonito par de zapatos amarillos, removerse dentro del abrigo intentando, inútilmente, entrar en calor. Los mismos rostros, prisas, tropezones.
Abrigos largos, buen porte, todo un gusto, vamos. El sonido de las distintas pisadas y la magia de conocer de quién se trata, como cuando estás en casa y sabes quién ha llegado por el ruido de las llaves. Que el gato quiera explorar el edificio y descubrir cuántos escalones hay bien entrada la mañana. Correr escaleras arriba. ¡Qué mejor ejercicio nada más levantarte!

El olor a bollos recién hechos. Distraerte y hacer copias de más. Encuentros, jueves fríos y nerviosos, números que bailan y aparatos estropeados. El ruido de las impresoras y el silencio de después. Cotilleos, las manos frías. Todas las mañanas la misma alternativa y siempre el mismo resultado. Salivar a varios metros del escaparate. El traqueteo de ese bonito par de zapatos amarillos, removerse dentro del abrigo intentando, inútilmente, entrar en calor. Los mismos rostros, prisas, tropezones.
Abrigos largos, buen porte, todo un gusto, vamos. El sonido de las distintas pisadas y la magia de conocer de quién se trata, como cuando estás en casa y sabes quién ha llegado por el ruido de las llaves. Que el gato quiera explorar el edificio y descubrir cuántos escalones hay bien entrada la mañana. Correr escaleras arriba. ¡Qué mejor ejercicio nada más levantarte!
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