Mientras alguien te descuida, siempre habrá alguien que hará lo imposible por tenerte en su vida.

Darle vueltas y vueltas a lo mismo. Una y otra vez. ¡Cómo si no tuviera que hacer cosas más importantes! Pero esa idea, ese sentimiento sigue en tu cabeza y se niega a abandonarla.
Las horas pasan en el reloj. Quieres abrir una conversación. Quieres saber lo que está pasando, quieres saberlo todo, por necesidad o por afán de conocer, más bien. Supongo que a veces somos como niños de 4 años preguntando constantemente todo lo que perciben.
Pero sabes que algo ha cambiado. Te das cuenta que has perdido el derecho a preguntar qué tal tu vida, qué tal universidad (o lo que narices quiera que esté haciendo). ¿Quedamos este finde? ¿Un helado? ¿Un mísero paseo? ¿Algo? 
Pero al final decides no abrir el chat. Decides seguir estudiando, viendo la tele o leyendo ese libro tan interesante que ya estás acabando. ¿Para qué vas a hacerlo? ¿Acaso ellos lo hacen? ¿Acaso a ellos les importa, aunque solo sea un poco, tu aburrida vida?
La confianza se pierde y te preguntas si todo lo que has vivido a su lado ha merecido la pena, si es lo que deseabas en ese momento, si no has tirado a la basura unos cuantos años cuando podrías haber estado conociendo a otras personas, que en cierta manera hubieran llenado tu vida de otro tipo de recuerdos.
Un deja vu. Otra vez. Y no piensas permitirlo. Ya has pasado por eso. Ahora ya no es igual. Las cosas han cambiado y la idea se va de tu cabeza. Hay mucha gente que está dispuesta a quedar contigo, a no dejarte sola, a hacerte vivir nuevas experiencias, a sentir emociones que nunca habías sentido o que nunca pensabas que volverías a sentir.
Quizá sea el momento del cambio. Quizá tú hayas cambiado. Sin embargo, algo en tu interior que esos años no han sido en balde, quizá te hayan hecho ser quién eres ahora y la persona que está enfrentando esta situación de esta forma. No será todo tan malo, ¿no?


Comentarios

Entradas populares