Gente que viene y va...
Gente que va y viene. Sonrisas encontradas. Conversaciones para el recuerdos. Chicas y chicos. Trayectos en el tren. Risas, llantos y secretos inconfesables. Abrir tu corazón a quien te demuestra que puedes contar con él. Espontaneidad y naturalidad en el mismo ser. El brillo de esos ojos tras el cristal de unas gafas graduadas.
El corazón latiendo a mil. Nervios y mariposas en el estómago. Bajar, subir, perder manoletinas. Gente rara, extraña; solo diferente, curiosa. Fiestas, desvaríos y borracheras. Conocer gente y darte cuenta de las cosas, de lo que quieres, de lo sientes, de quienes te importan y quienes no.
El autobús, el mismo trayecto cada mañana. Las hojas caen y han vuelto a nacer. Días grises, lluvia en el cristal, solo eso, unas cuantas gotas recorriendo las calles. La mirada fijada en el exterior, en ese niño que corre y se empapa con los charcos. Una canción suena, los auriculares a modo de puente entre la música y tu corazón. Te gustaría levantarte y ponerte a cantar como loca, pero te resistes. Tu mente te transporta a otro lugar, otra época, otras personas, otros paisajes.
Exámenes, apuntes y enormes manuales. Suspiros, gruñidos y bostezos a las nueve de la mañana. El olor de los churros y los bocadillos que hacen rugir tu estómago al pasar por la puerta de esa tienda. El maldito semáforo, los diecinueve segundos y la puerta. Siempre cerrada.
Las comidas en la cafetería, los tapers, el café de después de comer. Las cervezas y el bocadillo de calamares. Las escaleras presidenciales, la escultura sin cabeza y los angelitos sin dedos. Las tardes en la biblioteca, el olor de un libro y el sonido de la máquina de autoprestado. El murmullo de los estudiantes en los pasillos, la magia de la facultad, las ganas de volver a casa y al mismo tiempo las de quedarte allí. Los profesores, todos estresados, por los horarios, las clases, el tiempo. Sí, el tiempo, nuestro gran enemigo. Queremos que pase rápido, o no; que pase lento. Nunca estamos conformes. Sin embargo, la clave está en observar, mirar, disfrutar. En esos detalles, sonrisas, miradas, sonidos y emociones. Definitivamente, en disfrutar de los pequeños momentos con aquellos que merecen la pena.
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