La soledad no es un abismo...
...es solamente un punto donde puedes mirarte a ti mismo.
La vida se compone de recuerdos buenos y malos, momentos de soledad que piensas que jamás se van a repetir, ratos de risas, de esas con las que no puedes ni respirar, con las que se te alegra el alma y se te iluminan los ojos. Quieres repetir cada uno de esos momentos y nunca se producen de la misma manera pero quizá eso sea lo que nos haga crecer cada día, conocer gente, charlar, compartir tus secretos más íntimos o simplemente callar, respirar profundo, sonreír y mirar a tu alrededor, descubriendo que no estás sola, que existe gente a la que le importas, olvidando a aquellos que algún día te hicieron llorar, sufrir o llegar a decir que la vida no estaba de tu parte.
Te gustaría estar allí, aquí, con ellos, con aquellos, haciendo esto o lo otro pero no sientes esa necesidad de salir corriendo a ese lugar donde te esperan. Te quieres quedar en casa, pensando, valorando todo lo que has vivido y quien ha pasado por tu vida. Lo que de verdad te importa y lo que no, por lo que estás dispuesto a luchar, a vivir, a alcanzar tus metas.
Pones sobre la mesa qué y quiénes son importantes para tu vida, los que van a hacer de ella algo que merezca la pena vivir. Comienzas a pensar como ha cambiado tu vida, qué has hecho en estos años, los momentos que no cambiarías por nada del mundo y las personas que los han compartido contigo. Esa gente que te ha hecho sonreír cuando era lo que más necesitabas, que sabes que siempre van a estar ahí contigo, en los buenos y en los malos momentos.

Sin embargo, y al final, uno se da cuenta que la vida es sabia, que coloca a cada uno en su lugar, el que le corresponde, ni más ni menos, que igual estás arriba que abajo, que conoces personas que merecen cada uno de tus pensamientos y otras, en cambio, ninguno de ellos.
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